Variación Itziar II



Es raro sentir la palabra encarnada y, si sucede, la emoción nos acalla. Pero me extrañaría errar si digo que todos hemos sentido alguna vez esos éxtasis sigilosos a la medida de nuestra alma, que todos nos hemos alimentado alguna vez de la palabra. Una palabra que respira no muere. Coherente con lo que encierra, solo hay una forma de matarla. Pero, encarnada en la lengua y la literatura, entre nosotros podrá seguir amada.


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